El enfoque sistémico-relacional considera al individuo en su contexto de pertenencia, situándolo dentro de la red significativa de relaciones a la que pertenece.
La familia es uno de los sistemas de pertenencia más significativos para el ser humano: es una entidad compuesta de varias partes que interactúan entre sí. A menudo, dentro de la familia, surgen situaciones que causan incomodidad y sufrimiento. Los sucesos problemáticos de un solo individuo afectan a toda la familia, con efectos que se extienden a todos los miembros y sus relaciones.
La psicoterapia familiar ofrece a la familia la oportunidad de conocer y mejorar sus recursos para superar situaciones de crisis que generan malestar.
Las intervenciones están dirigidas a buscar soluciones nuevas y constructivas para mejorar el funcionamiento familiar, relacionarse con mayor armonía y, en consecuencia, aumentar el bienestar.
Cuando las dificultades son expresadas por un niño o un adolescente, se combinan intervenciones individuales con intervenciones familiares, aprovechando los recursos de los padres para facilitar el cambio.
En este caso, es posible que durante las sesiones sea necesaria la presencia de los padres, de los hermanos o de toda la familia: la participación de los miembros de la familia dependerá de la evolución del proceso terapéutico.
El apoyo familiar en el proceso terapéutico es particularmente significativo en todas las situaciones de malestar, especialmente en el caso de síntomas graves (trastorno alimentario, consumo de drogas, depresión, ansiedad, etc.)
La intervención, incluso en estos casos, contempla la posibilidad de combinar sesiones individuales con sesiones familiares, respetando las necesidades individuales y los tiempos de cada individuo.